
QUISE
Exponer una emoción tardía es complicado, hace falta un ejercicio de memoria, retórica pero ante todo una cita con la posibilidad. Y esa cita, a destiempo, siempre duele. De esto va este canto de (des-) amor. Se trata de un verbo sin el sujeto, un "yo" ausente, anulado, mientras que la primera persona del singular toma al lector y lo guía por este viaje al recuerdo. Se trata de un viaje a la adolescencia del narrador, a una historia de amor con otro hombre en medio de una ciudad hostil, plagada de lugares con sus prohibiciones, de espacios oscuros para el encuentro, de leyendas alrededor del deseo. En forma de un largo poema, casi épico, este verbo muestra todas las posibilidades de amor y deseo que fueron anuladas entre dos jóvenes que se necesitaban.
Honesto, desgarrado, impúdico pero ante todo libre. Los versos de este fanzine visitan a un pasado imposible, no sólo por la mirada social ante el amor entre dos personas del mismo sexo, sino ante la vergüenza de ese adolescente silenciado, opacado por la magnitud de un deseo sin control. Este no es un sólo un ejercicio reivindicativo, de memoria histórica acerca de las relaciones homosexuales en ciudad de México; sino que es una evidencia de las sombras que se ciernen ante la idea del deseo. He allí el problema, en la capacidad de amar nuestros cuerpos, movimientos, fluidos y, en consecuencia, los cuerpos de los otros. Es un diálogo abierto, emocional, descorazonado sobre todo lo que hubiera sido aquel tiempo de sombras y recovecos, de la apropiación que el yo hubiera hecho de aquellos espacios.
Lo impresionante de este texto, hermoso, fuerte y, a ratos violento, es cómo habitando aquel pasado aún resuena en el actual presente. Es un texto atemporal. Luis Téllez Tejeda aka Pávido Návido toma, además, el contraste entre este amante intelectual, pretencioso confrontado con la realidad de la ciudad, con el ejercicio primitivo de los lugares para el encuentro: "porque hay una edad en la que deseo y pensamiento son lo mismo".
Este texto conmueve en su capacidad de autoconsciencia, de ese anulamiento de la vanidad, de ese complacer al otro, para dejar expuesto solo al pensamiento, al recuerdo, a sus anchas.
Freddy Gonçalves Da Silva