Mujeres Tatuadas
Por Marta Ponce
Tatuarse la piel ha despertado fascinación y curiosidad
desde los orígenes de la humanidad. Mucho más que
un adorno, los tatuajes han tenido significados diversos
según el contexto cultural y la época.
En 1896, el egiptólogo británico Wallis Budge hizo un hallazgo asombroso en la región de Gebelein, al sur de Tebas. Entre los seis cuerpos momificados del período predinástico, había uno que cambiaría para siempre nuestra visión sobre los tatuajes.
Esta mujer, que vivió hace más de cinco milenios, fue nombrada según el lugar donde fue encontrada: Gebelein, una zona desértica situada junto al Nilo. A primera vista, su cuerpo mostraba solo unas marcas oscuras en el brazo izquierdo.
No fue hasta que se analizaron con luz infrarroja que se reveló su verdadera naturalerza.
Sobre su hombro se dibujaban cuatro formas sinuosas, parecidas a eses inclinadas, que descendían en línea recta hacia el brazo. Bajo ellas, una marca firme y alargada evocaba quizá un cetro o bastón ceremonial, señal de poder o de participación en algún tipo de rito. El conjunto sugiere una identidad marcada no solo
por el género, sino también por un papel destacado dentro de su comunidad. El pigmento, de un tono negro oscuro, parece haber sido elaborado a base de hollín.
Este descubrimiento no solo confirmó que las mujeres también se tatuaban en tiempos tan remotos, sino que convirtió a esta momia en la más antigua con tatuajes femeninos documentados. Hasta entonces, solo se conocía el caso de Ötzi, el Hombre de Hielo, cuyo cuerpo es aún más antiguo, pero no se había encontrado
El cuerpo de esta mujer, marcado con símbolos visibles y potentes, nos habla de una práctica posiblemente ligada al estatus, la protección mágica o la pertenencia ritual. Sus tatuajes no eran simples adornos: eran mensajes inscritos en la piel.
Pero ¿qué ocurría con las mujeres que se tatuaban?
Este libro recorre la historia del tatuaje femenino,
donde el cuerpo se convierte en un lienzo vivo y
tridimensional, siempre en disputa. Desde las primeras
evidencias en el Antiguo Egipto o el Japón tradicional,
hasta las célebres «Venus tatuadas» que, entre los
siglos XIX y XX, desafiaron convenciones en circos y
freak shows, cubriendo su piel con serpientes, ángeles
o demonios.
Conocerás a la mujer de Gebelein, la momia tatuada
más antigua; a Maud Wagner, la primera tatuadora
profesional; a Betty Broadbent, la mujer más tatuada
del mundo; o a Olive Oatman, marcada por los mojaves
en el siglo XIX. Vidas intensas y sorprendentes que
revelan cómo el tatuaje ha sido, y sigue siendo, una
huella de identidad y rebeldía.