LA MANO DEL PINTOR
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La mano del pintor cuenta la historia del encuentro ficcional entre el pintor Cándido López (1840-1902) y la dibujante María.
En 1864, Cándido López se alistó como teniente en la Guerra del Paraguay. En sus ratos libres, se dedicaba a documentar con sus dibujos los eventos de la guerra. En la batalla de Curupaytí, una granada le explotó en el brazo y fue atendido por un médico que, para salvarle la vida, tuvo que amputarle la mano que usaba para pintar. Ese médico era Teodosio Luque, tatarabuelo de María Luque. Cándido entrenó su mano izquierda y eventualmente logró completar la mayor parte de sus bocetos.
La novela explora el diálogo entre dos artistas –no solo de generaciones sino de siglos diferentes– unidos por una leyenda familiar. Es un relato sobre la amistad y sobre la vocación artística, pero también sobre la guerra y la imposibilidad de representar el horror. La mano del pintor es un libro inusual y conmovedor, que revisita la fatídica Guerra de la Triple Alianza y actualiza la figura de un artista que fue largamente olvidado y que sólo en épocas recientes obtuvo su merecido lugar en el canon de la pintura argentina.
Con esta novela gráfica de honda sensibilidad y fino sentido del humor, María Luque se posiciona como una de las autoras argentinas más interesantes de los últimos años.
"Mi tatarabuelo Teodosio Luque cursaba el último año de Medicina cuando fue enviado a la Guerra del Paraguay. En la Batalla de Curupaytí tuvo que amputarle la mano a un soldado para salvarlo. Era Cándido López, el pintor, y la mano herida era su mano hábil. Durante los años siguientes Cándido entrenó su mano izquierda y logró pintar 52 de los 90 bocetos que había hecho sobre la guerra. Uno de sus cuadros estuvo durante años abajo de mi cama, y Cándido se me apareció un día en mi casa para pedirme que terminara sus pinturas. Nos hicimos amigos, me contó su vida y su experiencia en la guerra, trató de enseñarme a pintar al óleo y yo le enseñé a hacer un fanzine y a tomar helado, y entre los dos hicimos este libro".
En 1864, Cándido López se alistó como teniente en la Guerra del Paraguay. En sus ratos libres, se dedicaba a documentar con sus dibujos los eventos de la guerra. En la batalla de Curupaytí, una granada le explotó en el brazo y fue atendido por un médico que, para salvarle la vida, tuvo que amputarle la mano que usaba para pintar. Ese médico era Teodosio Luque, tatarabuelo de María Luque. Cándido entrenó su mano izquierda y eventualmente logró completar la mayor parte de sus bocetos.
La novela explora el diálogo entre dos artistas –no solo de generaciones sino de siglos diferentes– unidos por una leyenda familiar. Es un relato sobre la amistad y sobre la vocación artística, pero también sobre la guerra y la imposibilidad de representar el horror. La mano del pintor es un libro inusual y conmovedor, que revisita la fatídica Guerra de la Triple Alianza y actualiza la figura de un artista que fue largamente olvidado y que sólo en épocas recientes obtuvo su merecido lugar en el canon de la pintura argentina.
Con esta novela gráfica de honda sensibilidad y fino sentido del humor, María Luque se posiciona como una de las autoras argentinas más interesantes de los últimos años.
"Mi tatarabuelo Teodosio Luque cursaba el último año de Medicina cuando fue enviado a la Guerra del Paraguay. En la Batalla de Curupaytí tuvo que amputarle la mano a un soldado para salvarlo. Era Cándido López, el pintor, y la mano herida era su mano hábil. Durante los años siguientes Cándido entrenó su mano izquierda y logró pintar 52 de los 90 bocetos que había hecho sobre la guerra. Uno de sus cuadros estuvo durante años abajo de mi cama, y Cándido se me apareció un día en mi casa para pedirme que terminara sus pinturas. Nos hicimos amigos, me contó su vida y su experiencia en la guerra, trató de enseñarme a pintar al óleo y yo le enseñé a hacer un fanzine y a tomar helado, y entre los dos hicimos este libro".